viernes, 18 de septiembre de 2009

UN AMIGO LLAMADO BRUCE


A pesar de que tu premisa antes de que yo llegara a tu vida era no dormir con minas en tu casa, yo me quedé a dormir contigo casi desde que empezamos, de patuda no más y de no tener idea la importancia que tenía eso para ti, y yo cacho que tú estabas demasiado caliente como para negarte. Al comienzo nos íbamos al segundo piso dónde todavía está la pieza de tu hermano que tiene una cama de dos plazas. Recuerdo que una mañana estando ahí, después de que me llevaste el desayuno, comenzaste a acariciarme y a correrme pajas, con ese instinto de jugador eterno que te caracteriza empezaste a buscar una especie de vibrador para masajes que se suponía estaba por ahí, no lo encontraste pero llegaste con una máquina de afeitar (de esas que ocupan Gillette) que era de tu papá, a la cual se le giraba la parte de arriba, y como una especie de juguete a cuerda comenzaba a vibrar. Ese fue nuestro primer y rudimentario juguetito, yo había probado las bondades del Brrryan con el Barbero, pero aún no te lo confesaba, me daba vergüenza. Es que cuando me preguntaste cómo tiraba con el Barbero yo te contesté que él era como un camión, pensando que era grande, robusto, tosco, muy poco sutil y con cero sensibilidad respecto de mí, pero tú interpretaste esa comparación como un weón de una potencia sexual arrolladora, me pasé largo tiempo dejándote claro a lo que me refería, entonces preferí omitir el jueguito con su plástico amigo, sobre todo después que te autodenominaste “autito chocador”.
Bueno, tiempo después te conté de mi experiencia con el Brrrryan, nos reímos, pero aunque no había sido una experiencia 100% buena, pensé que contigo la cosa se podría superar ampliamente, que no era una mala idea que incorporáramos un poco de tecnología, ya que a nuestro juguetito la cuerda le duraba demasiado poco y yo me quedaba con ganas de más.
No fue fácil armarse de valor y salir a una tienda a buscar a nuestro compañero, no es como comprarse un par de zapatos, primero vitrineamos largamente por internet, hasta que finalmente escondiendo los nervios partimos a comprar nuestro juguetito. No me lo quisiste hacer fácil, aunque era muy lógico que fuéramos juntos, no niego que tenía la lejana esperanza que esa parte difícil me la evitaras y que un día me lo tuvieras de regalo sorpresa, pero como no fue así, había que ir y escogerlo. Fuimos a una tienda en Providencia dónde no había mucha variedad, después de mirar la oferta exhibida, escogí uno de los más pequeños, los otros eran intimidantes. Imposible negar la incomodidad al estar frente al vendedor, ¡pero qué tanto! Cuando volvimos a la casa lo inauguramos inmediatamente y lo bautizaste “BRRRUCE” (algo así como un primo de Brrryan).
Desde ese momento Brrruce se ha ido incorporando poco a poco en nuestros polvos, le hemos sacado el jugo, hasta le agotamos la batería. Tal como lo intuí, ha sido lejos mejorada la performance del Brrryan, generalmente cuando estamos tirando, soy yo la que lo pido, pero algunas veces tú me lo ofreces, nos turnamos también en operarlo, a veces tú lo manejas y yo me entregó al placer de sentir, prolongando largamente la llegada del orgasmo, otras veces soy yo misma la que me masturbo exhibiéndome frente a ti, hay mucho morbo en eso, es develar algo que generalmente se hace en solitario. Siento que soy más afortunada que la cresta, tengo TODO lo que puedo desear, tus manos, tu boca, tu pico y mas encima un vibrador.
Antes yo les daba a estos juguetes la connotación de “consoladores” entonces me parecían eso, un premio de consuelo, un sustituto triste de mujeres solas. Nada más lejos de eso, nuestro Bruce se ha convertido en un apoyo, un agregado delicioso, juguete con inagotables posibilidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario