martes, 15 de septiembre de 2009

EXPLORANDO

Contigo tenía mucho que explorar, me sentía absolutamente libre, entonces era tan rico poder vestirme sin censura y comportarme como YO no más. No era a lo que estaba acostumbrada, siempre antes tenía que coartar y censurar cada uno de mis gestos, vestuario y sobre todo mi actitud, ( me recriminaban hasta de coquetear con las meseras y nunca he tenido ni un pelo de lesbiana), me acuerdo que empecé a tomar mojitos, un mojito cuando salíamos a comer, esto me provocaba una calentura deliciosa, caminábamos las 5 cuadras que nos separan del restaurante hasta tu casa atracando como enfermos, yo llegaba casi sacándome la ropa en el camino, terminábamos tirando en la entrada de tu casa, yo te hubiera tirado apoyada en un poste , era muy rico, lo que no me gustaba era despertar con el hachazo, la mañana siguiente era latera a pesar de que nunca pasé de un mojito.
Lo otro que me calentaba mucho era el olor a cerveza en tu boca, antes me provocaba desagrado pero en ti resultaba exquisito, jajaja de enamorada no más, estoy segura que este es un tema de química, me calienta tu olor a macho, tu aliento, tu saliva , tu textura fibrosa, en resumen todo lo que venga de ti me excita como enferma.
Pero si de cosas nuevas se trata, lo que más me tentaba eran tus plantas mágicas, a mi edad yo había probado un par de veces la marihuana, pero lo había pasado mal, tu parecías muy feliz con tu práctica y yo que me había liberado de mis carceleros hacía rato, tenía ganas de probar como sería esto en un ambiente de más confianza y con mayor tranquilidad.
Fui yo la que insistió en que quería que tiráramos con pito. La primera vez fue a toda raja, yo en ese tiempo ni siquiera fumaba cigarrillos por lo que no me resultaba muy cómodo aspirar algo tan áspero, pero quería hacerlo así es que, una vez más darle pa’ delante no más, nos desnudamos atracamos un ratito y luego prendiste el pito. Me enseñaste a pasarlo directamente sin dejar el humo en la boca, empecé a sentirme algo mareada, estaba acostada en la cama y me invitaste a acariciarnos de pie, ese es otro de tus gustos a los cuales yo no estaba acostumbrada, me levante y empecé a sentir tus manos recorriendo mi cuerpo como agua caliente era delicioso, como si cada poro de mi piel estuviera esperando el contacto con tus manos, nos besamos chupándonos los labios y la lengua. Yo estaba cada vez más mareada, un poco angustiada y me fui a negro, me desmayé, me acostaste, me abrigaste y desperté un instante después contigo haciéndome cariño en la cabeza y en mi cara, con una mirada de amor de película , era como un sueño, estar viviendo un sueño, de ahí para adelante fue todo un tornado de emociones y sensaciones la raja, esa fue la primera vez que tuve una cantidad enorme de orgasmos, y de una intensidad increíble.
Habíamos tenido una conversación especial hacía pocos días, tú me habías pedido que te anunciara mis orgasmos ya que te costaba darte cuenta cuando esto pasaba, me decías que mis orgasmos eran como estornudos de gatos, eso era lo que yo había experimentado siempre y con eso me sentía bastante satisfecha. Me acuerdo que estuvimos conversando acerca de los gritos de las mujeres durante los orgasmos, yo tenía toda una teoría acerca de la falsedad de esto, de la contención de la energía, que si se gritaba se diluía el orgasmo, en fin todo lo que puede argumentar alguien a quien sus orgasmos le provocaban apenas un gemido. Bueno ese día fue el primero de muchos en los cuales experimenté esos orgasmos que provocan un grito o más bien un bramido que es imposible de controlar que sale del alma, un orgasmo descomunal, y no uno sino muchos. El pito me ayudó a destrancar, a concentrar, a lograr la exacerbación de los sentidos, a explotar en una fiesta de placer. Después de eso me reí como una loca, lloré como weona , desbordando amor por ti, sintiéndome tan feliz, sin una sola gota de oscuridad. Lo mejor de todo es que eso se ha repetido tantas veces durante los más de 3 años que llevamos juntos.
Me encanta tirar con pitos, sé que la fiesta será total, que mi cabeza se llena de colores y que me es mucho más fácil llegar a esa meseta que implica la calentura máxima… cuando tengo un orgasmo y después voy por otro y otro más y así hasta morirme de gusto, hasta asustarme de mis propios gritos salidos desde el fondo de mis entrañas, dónde la bonitura no tiene cabida, dónde nos transformamos en verdaderos animales en celo, y te imagino como un potro culiándome, montándome, agarrando mis ancas, metiéndome tu pico duro una y otra vez. Y todo eso sin hachazo al día siguiente.

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