domingo, 21 de agosto de 2011

AL SERVICIO SECRETO DE SU MAJESTAD


Cuando me escribió que estaba en Chile, se me aceleró la respiración, si bien no fue como la primera vez, cuando Garganta Profunda me anunciaba viaje a Santiago para comerme entera, igual no puedo negar que el tener cerca a esos machos con los que fantaseo sin límite, me provoca un cierto nervio, por llamarlo de alguna manera.
Mister Black es un inglés, antiguo amigo del blog con el que había intercambiado en el pasado algunos emails bastante encendidos, pero como me ha pasado con tantos otros en un momento perdimos el contacto y no supe nada de él, hasta ese mensaje en el cual me anunciaba su estadía en mi país.
Como la experiencia de conocer al TEMIDO GARGANTA PROFUNDA había resultado finalmente simpática y además Mr. Black parecía menos oscuro que su nombre, le escribí un corto email en el que le preguntaba cuanto tiempo se quedaría en Santiago y le proponía una invitación a tomarnos un café ¿vieron que soy dama? Su respuesta no tardó en llegar, se quedaba algún tiempo y aceptaba el café en cuanto se hubiera establecido. Esas eran palabras mayores, no estaba de paso.
Si bien es cierto una de mis reglas es no conocer gente a través de mi blog, ya que podría censurarme inconscientemente si le pongo cara, nombre y apellido a los picos que me gusta activar, no es menos cierto que la adrenalina que provoca ese conocimiento real era muy tentadora, aunque no pensara tener sexo con él.
Recordaba que me había parecido guapo, así es que me fui de cabeza a mirar unas fotos que me había enviado hace mucho tiempo atrás.
Me costó encontrarlas entre una montonera de emails, pero no descansé hasta lograrlo y valió la pena, corroboré mi recuerdo, había una foto con el torso desnudo, con parada de macho y con una mirada desafiante, que me encantó.
Una semana más tarde me enviaba un email que ya estaba viviendo en un departamento bastante cerca de mi casa y que le enviara mi celular para contactarme. Que no sería muy fácil para él, que estaba con pareja.
Jajaja mis REGLAS, recordé otra de mis reglas “ No doy mi celular, ni ningún número de teléfono”. Pero bueno, la perra aventurera que tengo me hace romper mis normas en ciertas ocasiones. Le mandé un coqueto email con mi celular un día sábado, pidiéndole que me llamara en la semana. Todo muy piola, muy tranquilo.
El domingo mi celular marcaba una llamada de un número desconocido, el “Hola, ¿cómo estás?” me bastó para saber con quién estaba hablando, el acento extranjero era evidente.
Debo reconocer la incomodidad de la situación, es divertido porque es un absoluto desconocido, pero que sabe tanto de mí. Conoce mis gustos más íntimos, me ha visto desnuda en fotografías y era posible que se hubiera topado con uno de mis videos en los cuales cabalgo a alguno de mis amantes.
¡Cresta! me sentía en una desventaja enorme, la conversación fue torpe, nerviosilla, no fui muy brillante en mi dialogo, le confesé mis nervios y él me confesó que no era un sicópata, (como si los que si lo fueran lo confesaran), en fin yo creo que para ambos era extraño… pero agradable.
Logramos (cosa nada fácil) hacer coincidir unas horas y nos juntamos para conocernos.
Lo cité cerca de mi trabajo y con tope de horario, o sea, tenía solo un par de horas, después debía trabajar. Esto porque mi mino me dice que siempre que digo que no haré tal o cuál cosa, termino haciéndola y a veces me precipito de caliente que soy, lo cual no sería malo si después no me viniera el arrepentimiento, para muestra un botón con mis desventuras con Demonio de Tasmania. Bueno la idea era conocerlo conversar un rato y catarlo, ver si me provocaba o no, si habría química, en fin quería saber cómo era el Mister en vivo.
Me llamó cuando yo estaba estacionando el auto, por supuesto que todo se juntó para que tuviera que salir corriendo y no soporto andar atrasada cuando estoy nerviosa, pero de alguna manera me sentía segura, caminaba por mis barrios.
No nos costó nada encontrarnos, caminamos directamente el uno hacia el otro con una sonrisa, nos saludamos con un beso en la mejilla, me gustó sentir su cercanía, su aire tibio.
Era una helada tarde, así es que rápidamente lo llevé a un café cercano, el Café Literario. Un lugar muy agradable, estaba calientito, el café rico, pero cosa curiosa, no se podía hablar ¡insólito! parecía biblioteca la cuestión, todos susurraban, ¡no poh! ¡no hay derecho!, todo en contra, varias veces el guardia se acercó a mirarme feo porque me entusiasmaba y elevaba un poco el volumen de mi conversa. ¡Qué esnobismo más horroroso! si la gente que estaba con cara de pocos amigos por la intromisión de esta pareja que sólo quería hablar amigablemente, estaba leyendo el diario y revistas, pero con una necesidad de concentración que era como para leer a Heidegger.
Se hizo lo que se pudo para romper el hielo dentro de ese aséptico lugar, me contó que había asistido a un lugar swinger, en un conocido local Santiaguino. Yo me imaginaba a ese excelente espécimen masculino entrando a un sitio de esos y la de mujeres que le habrían caído como moscas.
Aunque hacía harto frio preferimos salir de esa biblioteca de revistas y nos quedamos un momento en un banco del parque, nos fumamos un cigarrito. Ese momento fue más grato, logramos una mayor cercanía.
Aunque ese primer encuentro fue un tanto fome, el Mister en cuestión me gustó mucho, desde ese momento empecé a darle rienda suelta a mis fantasías, un tipo alto, delgado, bien formado, un deportista, venía a Chile a trabajar en deporte, pero me parecía muchísimo más extravagante su manera anterior de ganarse la vida, mi amigo había pertenecido a la guardia de la Reina, algo así como un mosquetero, como nosotros la única monarquía que tenemos es el Rey del Mote con huesillo, entonces yo me imaginaba que Mister no podía ser menos que D’Artagnan.
Para qué me lo iba a imaginar cómo Bobby o como uno de esos Pacos que cuidan el Palacio de la Moneda, era muchísimo más entretenido trasladarme en el tiempo e imaginarlo con capa y espada.
Bueno, la verdad esas imágenes más bien románticas no contribuían a acercar a mi paladín protector de princesas y reinas a un terreno más erótico, para más remate lo que a él le interesaba era encontrar a una cortesana para satisfacer la fantasía de su reina en un trío. Yo cortesana puedo ser y feliz, pero a esta meretriz la subyugan los picos, no las zorras por mucha alcurnia que tengan.
Desde ese primer encuentro empecé a fantasear heavy con el Mister, mi mino sólo le echaba carbón a mis ganas, pero D’artagnan mas bien asumía el rol de la tortuga, no pegaba ni una aserruchada, hablamos por teléfono un par de veces pero nada hacía pensar que podríamos llegar a algo más entretenido.
No tenía el mando en mis manos, sólo podía contestar sus llamadas y con esto de la barrera idiomática y de su celular que tenía una pésima recepción, nos entendíamos muy poco. Mi radar no tenía como funcionar bien. No era nada fácil poder intuir si querría envainar su espada en mi estuche o si sólo quería encontrar una amiga en este país sureño.
Puedo decir que soporto cualquier cosa menos la incertidumbre, no me muero por un rechazo, no vamos a decir que me encantan, pero lejos es mejor que no saber qué cresta está pasando. Así es que decidí que sí o sí la próxima vez que habláramos despejaría esa duda.
No tuve necesidad de lanzarme en picada, fue él el que tiró las cartas sobre la mesa, aunque no noté una tremenda emoción en su propuesta me expresó que no podía dejar pasar la oportunidad de vivir una aventura conmigo, (jajaja ¿me habré convertido en una especie de símbolo erótico?). Aunque era más bien una declaración de deseos, no había aún una propuesta concreta.
La próxima vez que nos vimos lo acompañaba su mujer, debo confesar que pensé mucho en la idea de aceptar el trío que proponían, su mujer era muy guapa, claramente si algún día me meto con alguna mujer, tendría que haber un pico de por medio y sería con una mujer como ella, pero aún me falta mucho para eso.
En todo caso su declaración me relajó, ya vendrían tiempos más favorables para una nueva aventura y jugaba a imaginar el arma de D’Artagnan que dicho sea de paso no conocía ni por fotos.
Cuando tiraba con mi mino, el mosquetero nos acompañaba en mi cabeza, mi zorrita se moría por darle paso a su florete, pero cuando me llamó para concretar la anhelada cita se me vinieron encima los temores más esquizofrénicos, que si era un traficante de órganos, tengo harto kilometraje y amo profundamente cada parte de mi cuerpecito, que si era un tratante de blancas y me psicoseaba con ser obligada a trabajar como puta para unos malandrines, y yo feliz de voluntaria, pero obligada ni muerta, las weás que hacen pensar los pitos ¿no? lo entretenido fue que a pesar de todos esos oscuros presagios le dije que bueno al tiro, de lo más suelta de cuerpo, no lo pensé ni un segundo. Aunque en realidad lo que me asusta mucho es que aparezca algún loco que me saque la cresta, ¿será que he visto muchas películas en las cuales las putas aparecen siempre todas machucadas?
Había que darle pa’ delante no más, barajé un par de moteles y finalmente me quedé con uno muy piola en Provi, sólo tendríamos un par de horas, así es que premunida de un atuendo de puta con medias negras y portaligas, me dispuse a convertirme en una PUTA INTERNACIONAL y traspasar ese límite autoimpuesto y tirar con alguien que conocía sólo por internet.
Mi mino me pasó los condones, el lubricante y un pitito, nada más podía necesitar, lo pasé a buscar en una esquina y nos enfilamos hacia el motel que horas antes había encontrado por internet, pero que no conocía. En el camino fue muy galán, elogió mi atuendo y mi perfume.
Llovía en Santiago, pero yo desafiaba el frio con una falda de perra caliente no más, al llegar nos topamos con otra pareja, y yo debí devolverme para cerrar una ventana y buscar mis lentes que había dejado en el auto, esta maniobra hizo que se cayera de mi bolsillo el pito que llevaba. Me di cuenta de esto cuando nos metieron en esos cubículos en dónde hacen esperar a los pasajeros para esconderlos de otros que andan en la misma. No podía devolverme de nuevo, mala pata no más. D’artagnan se comportaba dulce y tierno, caricias y besos que se agradecen en la previa y que se valoran enormemente en las condiciones que afrontábamos, si soy puta pero tengo mi corazoncito y la dulzura siempre la apreciaré en estas lides.
La pieza era espaciosa con unos delfines sobre la cabecera de la cama, unos espejos bastante discretos y un frio evidente. Mister tomó una ducha al llegar y yo pedí una estufita, me aseguraron con un car’e rajismo increíble que en poco rato funcionaría un radiador que estaba bajo una ventana. Por supuesto nunca funcionó.
Bueno ya estábamos allí, confieso que no podía con los nervios y con las ganas, Mister salió sólo ataviado con una toalla amarrada en la cintura, exhibiendo ese torso que tanto había admirado en la fotografía. Hasta ahí no más llegó el frio, me hundí entre sus brazos sintiendo el calor que emanaba de ese macho extranjero, me ayudó a desvestirme suave y gentil, yo andaba en las nubes y sin pito, apegándome a su cuerpo ya podía adivinar claramente su herramienta que evidenciaba su interés marcándose a través de la toalla.
Pero en mi cabeza buscaba la mejor manera de pedir lo que haría de esa situación un encuentro inolvidable, sus manos se metían ya por mi conchita que se entregaba sin reparos.
Cuando vi que estábamos entrando a un punto sin retorno y su lengua buscaba mi zorra que se ofrecía olvidándose del frio reinante, me armé de valor y le pregunté si podía grabar, yo sé que esto incomoda a la mayoría de los hombres, cuando escuché su respuesta afirmativa, instalé lo más rápido que pude mi compañera de carrete y me entregué a sacarle el jugo a ese encuentro.
Sólo premunida de un portaligas, medias negras y un colaless que duró poco tiempo en su lugar, enfrenté a mi mosquetero de pie, sus grandes manos se paseaban por mi espalda y estrujaban mis glúteos separándolos con la presión justa para que mis hoyitos se fueran dilatando, le retiré la toalla y apareció su florete en guardia, buen porte y una apariencia que me hizo agua la boca, me agaché y lo metí de una enterito en mi boca, me encantó catar hasta la garganta esa delicia sintiendo que en cada latido iba tomando cada vez mayor consistencia, sus manos en mi cabeza se enredaban en mi pelo empujando a mi ritmo, mis manos contenían un par de bolas que reaccionaban con cada envión.
Se acostó de espaldas y seguí con mi lengua conociendo cada pliegue, cada curva de esa exquisita callampa, a esas alturas mi conchita quería entrar en el baile, le puse en condón y me senté sobre él a horcajas y fui sintiendo como ese pico desconocido se abría camino sin dificultad enterrándose hasta el fondo, me encantó cabalgar sin prisa presionando y moviendo mis caderas hacia adelante y hacia atrás al mismo tiempo que subía y bajaba friccionando toda zorra intentando que cada vez fuera penetrando un poco más al fondo que no quedara ningún rinconcito de mi cavidad sin recibir a este huésped vigoroso, sus manos agarraban mi tetas , mis pezones duros esos que conocen tantos de ustedes por cam, esos que me gusta que estrujen y estiren como perra callejera.
Se puso sobre mi y lo recibí con las piernas abiertas sobre los hombros sintiendo la presión de su cuerpo fibroso. Me di vuelta para ponerme en cuatro, hay básicamente 2 formas, una cuando junto las piernas y pasan por dentro de las del macho y la otra es con mis piernas abierta pasando por fuera, esta última fue la postura en la cual nos dimos con el Mister, pero él además como era mucho más alto que yo para que los guerreros quedaran a una buena altura, él debía tener las sus piernas abiertas, la exposición de mi zorrita era absoluta y D’Artagnan no daba tregua con su espada, apuntando alternadamente a un lado, hacia otro, en diagonal, sentía que su vigor me saldría por las orejas al tiempo que sus manos jugueteaban con mi clítoris que se deleitaba sin remilgos, la tensión aumentaba hasta que exploté de placer.
Lo volví a montar nuevamente pero esta vez me clavé en su pico dándole la espalda, me incliné mostrando mi hoyito abierto, sus manos agarraban mis cachetes presionando con ambos pulgares en el centro donde no terminaban de hundirse, ¡que ricas manos! grandes, activas y sensibles, me sentía llenita disfrutando ese regalo.
Busqué el lubricante le puse un poco en su pico y me dispuse a enterrarlo en mi culo que entró con alguna dificultad, aunque me dio un poco de trabajo el placer que me provoca es infinitamente mayor, sentada frente a él, ensartada por el culo, su boca atrapaba mis tetas y sus manos enterradas en mi zorra libre, que aún quería juguetear. Ufffff me acuerdo y me caliento.
Finalmente le mamé el pico hasta que la leche caliente brotó exquisita y me lleno la boca mientras escuchaba los gemidos de mi guapo compañero, después subí hasta su boca y mezclé su saliva con la mía y con su semen.
UFFFFFffffff gran primer polvo, gran compañero, sólo que algo silencioso, no emitió palabra o sonido alguno, salvo sus gemidos en la descarga, que fueron como música maravillosa.
Para terminar un puchito after sexo, nada podía ser mejor, mi compañero recuperó las palabras y lo primero que me contó me dejó perpleja, confesó tener algunos problemas cardíacos, CHUUUUUTASSSSS ..¿se imaginan si le da un patatús en plena jornada y yo me quedo como la viuda negra con la espada en la mano o me3jor dicho en la boca? Me alegré de haber llegado a puerto sin contratiempos. No había terminado de reponerme de esa confesión cuando me reveló actividades de su pasado, yo esperaba alguna copucha de su majestad, como que le guste pasearse en pelotas por el Palacio o que tenga de amante algún clérigo, pero de rompe y rasga me sale con que había estado infiltrado en una red de narcotráfico que apoyaba acciones terroristas del IRA.
Ahí murió Dártagnan y apareció Bond…James Bond, estaba desnuda en la cama y acaba de tirar con un espía, sería por eso que era tan silencioso, por una cuota de misterio o una deformación profesional. Ufffffff a esas altura mi cerebro ya no conectaba nada y no sabía cómo asimilar todas esas raras circunstancias, quedé en blanco y ahora la muda era yo, hasta que bajó del cielo una inspiración casi mágica que me volvió la sonrisa y la tranquilidad, me di cuenta que yo me había convertido de un zapatazo en una CHICA BOND, que había disfrutado comiéndome la MAGNUM de mi 007, puchas de haberlo sabido antes el morbo hubiera sido muchísimo más, pero las chicas Bond tampoco se enteran de la calidad de espía de James hasta el final de la película.
Para resguardar la seguridad de mi espía la película que grabé se autodestruirá en unos pocos días, pero quedó espectacular y cuando llegué a la casa de mi mino ese domingo la disfrutamos haciéndonos pedazos.
Gracias Mister por tu generosidad, por tu excelente disposición para hacerme disfrutar, por tu sensibilidad, por tu madurez, por tu deliciosa lengua y experimentadas manos, por tu manejo de la herramienta y por arriesgarte en confiar en esta secreta chismosa.