domingo, 25 de octubre de 2009

PERRA, BRUJA, HADA, BURRA














No quería dejarlo solo en esas circunstancias: pobre y recién separado, yo había pasado por lo mismo y sabía perfectamente que eso genera un estado de mucha vulnerabilidad y la verdad, le tenía mucho cariño.

Pero sus actitudes dominantes y arrogantes despertaban a la bruja que tengo adentro y que, para beneficio de todos, es mejor que esté dormida, creo que él me recordaba demasiado a mis antiguos y autoritarios amores y eso hacía que aflorara toda la mala onda que tenía guardada a partir de lo mal que lo había pasado en esos tiempos.

Se convirtió en algo así como el chivo expiatorio de ese tipo de energúmenos.

Pero también tengo un hada que a veces despierta. El se moría de ganas de ir al concierto de Ennio Morricone y yo tenía acceso a algunas entradas para ese espectáculo. La verdad era que aunque me gusta mucho la música de cine, no me parecía nada seductora la idea de tener que luchar con multitudes, llegando con muchas horas de anticipación, para lograr ver y escuchar de muy lejos un espectáculo al aire libre, que para mí gusto debiera disfrutarse cómodamente sentada en una butaca y con buena acústica.

Además tenía otros compromisos, pero como lo vi rayando por el tema, arreglé mis obligaciones, me armé de valentía y accedí a que asistiéramos al concierto en buena onda (si todo no fue tan malo). Me gustó verlo disfrutar de la música y del glamour, era una instancia bastante elitista, incluso se solicitaba tenida de gala, requisito poco atinado que algunos cumplieron ( yo no por cierto), había que caminar un lote de cuadras para llegar y el camino no era apto para esos atuendos, las pobres mujeres que se adornaron con sus mejores galas y se encaramaron en sus delicados tacos agujas, seguramente odiaron a los organizadores y cuando escucharon la música de La Misión sufrieron por sus pies y por el frío, más que por los indios. …lo pasamos bien.

Perra, bruja, hada y burra, esa soy enterita porque soy más porfiada que burra…y ahí estaba otra vez preparando un nuevo encuentro erótico con El Gerente. Tú me mirabas con cara de "esta mina está loca", pero una vez más, si yo quería tú enganchabas.

Esta vez iríamos al Hotel Valdivia, pero más temprano, para que no estuvieran todas las piezas ocupadas. El seguía trasmitiendo con lo del jacuzzi y yo no tuve corazón para dejarlo con su sueño irrealizado.

Por lo demás también había algo de ego en juego, no me convencía de que las cosas no pudieran resultar, así es que premunida de mi traje rojo Ferrari que tantas satisfacciones me había entregado en anteriores batallas, me enfundé una mini de cuero, botas, chaqueta y partí una vez más súper dispuesta a matar el chuncho y tirar como una diosa.

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