viernes, 9 de octubre de 2009
CAMBIO DE APARIENCIA
Esta experiencia extrema me dejó en la piel una sensación deliciosa, como de perra en celo, lujuriosa, seductora, atractiva a morir, esa manera de sentir se vio reflejada en una tremenda seguridad.
Tú venías haciendo un estimulante trabajo de apoyo para que yo tuviera esa seguridad, desde que nos conocimos, cuando me ponías frente al espejo (tratado en un posteo anterior), las fotografías (idem) y tus continuos halagos.
Yo siempre fui extremadamente delgada y me movía en un ambiente laboral en donde esa condición estaba sobrevalorada. La delgadez no siempre va de la mano con la sensualidad física y cuando te conocí, si bien es cierto ya había aumentado unos cuantos kilos, aún no tenía muchas curvas. Tú nunca me dijiste nada respecto a la falta que podrían hacerte esas curvas, pero muy piolita empezaste a regalonearme con exquisiteces de alto contenido calórico y así disfrutaba, por ejemplo, del delicioso pan amasado con chicharrones que me ofrecías en las tardes y mañanas. Me costó trabajo acostumbrarme a esta nueva apariencia, de hecho aún me cuesta aceptar algunos volúmenes cercanos a mi cintura, pero mi cuerpo ahora es muchísimo más voluptuoso que antes, tengo caderas más redondeadas, tengo un trasero de mejor tamaño y si bien es cierto mis tetas son aún muy pequeñas, antes simplemente no existían. Evidentemente esos kilitos que me habías hecho ganar, eran un gran aporte a esta nueva Trinidad, que era tan femenina como antes pero mucho más carnal, menos etérea.
Bueno en esas condiciones estaba cuando empecé a forjar una nueva idea en mi cabeza, quería un desafío mayor. Chico Guapo era un antiguo amante, eso da mayor tranquilidad pero le resta emoción, además como ya me conocía, me costaba un poco asumir completamente esta nueva identidad mía, más liberada, menos cartucha, nada dama, muy perra. Por lo que cuando apareció una nueva posibilidad, agarré papa inmediatamente y te lo propuse. El candidato era un joven de unos 29 años a quien conocía desde hacía 3 años y con el cual había entablado una relación de amistad lejana, de cariñosa cordialidad.
Me encantó la idea de romper de una la figura compuesta que seguramente él se había forjado de mí, además nunca me había relacionado con alguien tanto menor que yo, eran muchos los desafíos planteados y, como siempre, el riesgo de hacer daño era cercano a cero.
Lo llamaremos Joven Amante.
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Joven Amante
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