domingo, 11 de noviembre de 2012

LOS RECUERDOS ¿CALIENTAN?

Y llegó el email del Pato.


Yo estaba absolutamente dispuesta a emprender una aventura o lo que viniera, podía intuir que su interés no era poco ya que decía que sentía que habían quedado cosas pendientes de otras épocas y eso hizo volar mi imaginación.

Pero estaba en verdad loca con la pega, ya que tenía que hacer rehabilitación en las mañanas por lo que todo el trabajo debía realizarlo en el medio día que quedaba.

Le pedí que me esperara hasta pasar la fecha del lanzamiento de un producto en mi pega y lo contactaría.

Paso haaaaaarto más rato hasta que me animé a enviarle un correo muy corto - ¿Te parece si nos juntamos mañana tipín 19:00?


Al otro día llegué buscando su respuesta y nada, estuve todo el día pendiente del correo y no aparecía N A D A de N A D A.

Ya era bastante tarde y no llegaba ni una respuesta, no vayamos a decir que me cortaba las venas, pero me habría gustado encontrarme con él aunque fuera para copuchentear algún rato.

Venía manejando mi auto cuando escucho mi celular, iba acompañada de un compañero de trabajo, le pedí que mirara quien llamaba y era un teléfono desconocido.

Un taco oportuno me permitió contestar el celular y reconocí de inmediato su voz rasposa (he cachado que me gustan las voces rasposas, no hay nada más mata pasiones que una voz de pito o chillona en un macho).

Bueno, cuento corto acababa de ver el correo, pero andaba cerca y teníamos unos minutos para vernos, me fue a buscar a la oficina y bajamos a conversar un rato, fue entretenido, un coqueteo suave. Se fue muy atrasado a su cita posterior y yo regresé a mi pega.

No había pasado ni una hora cuando encontré en mi celular 4 llamadas perdidas de su número, ese fue el clik que necesitaba para dar rienda suelta a mis fantasías, lo llamé de vuelta y me pidió que nos juntáramos ese mismo día, jjajaj era divertido que después de tantos años , quisiera verme dos veces en un mismo día.

Después de hablar con mi perro partí a la más absoluta aventura.

El Pato me había dado instrucciones claras para dar de manera muy fácil con la dirección y cuando llegué me esperaba en la puerta.

Nuestro encuentro fue entretenido me sentí siempre muy cómoda, estaba expectante pero tranquila, me movía a mi ritmo, segura, se daba todo para que yo desplegara mis plumas con todo brillo. Imagino que él, siguiendo algún manual de seducción básica, puso música, reconocí inmediatamente la Séptima Sinfonía de Beethoven, encontré un poco rimbombante poner a Beethoven para conversar, pero no me molestó.

Ofreció cocinar algo pero yo no tenía hambre, (soy la envidia de toda mujer, cualquier cosa que me altera un poco me quita automáticamente el hambre), pero me gustó su oferta, ahora son los hombres quienes seducen cocinando.

Me senté en un gran sofá y él se instaló en el extremo contrario lo más alejado posible, estuve mucho rato pensando porqué se sentó tan evidentemente alejado, pero no estaba para inseguridades.

Hablamos varias horas, pasando de un tema a otro con facilidad, de vez en cuando percibía alguna pista de seducción pero nada claro. Muchos recuerdos y amigos en común, así es que conversa fluyó amena.

Yo me sentía muy bien, tampoco quería apresurar las cosas, así es que me dispuse a disfrutar del parloteo.

Cuando miré la hora ya era muy tarde, así es que me incorporé para emprender la retirada, caminando hacia la puerta me propuso vernos en un par de días más, cocinaría para mí. Acepté encantada, sólo le pedí que no fuera sushi (me acordaba mucho de la primera vez con Chico Guapo, que estuvo todo bien salvo que insistió con el sushi, odio el sushi)

Coqueta abrí la puerta, la reja, hablábamos del menú y miró la luna que estaba gorda y grande, tiró la talla y me acomodó en el ángulo para estar bajo su luz y cuando fui a despedirme agarró decidido y con firmeza mi cabeza con sus dos manos y me plantó un beso que me dejó sin aire.

Una boca nueva, reconociendo todos los rincones, sin prisa su lengua incitaba a la mía, mordía mis labios, sus manos no dejaron que mi cabeza se apartara ni un milímetro, disfruté golosa de ese beso largo.

Partimos bien y creo que eso es básico, si el primer beso no me gusta, no hay destino posible ni con el pico más espectacular del mundo. Yo no soy como las putas que no besan, a mí me encantan los besos.

Me soltó un segundo solo para decirme -te vas…pero en 10 minutos más- me giró dejándome de espaldas a la puerta de la casa y caminó seguro no apartando nunca su boca de la mía, guiándome hasta adentro de la casa nuevamente.

Me recostó sobre un sillón y quedó sobre mí, desabrochó la blusa y agarró no sin dificultad mis pezones con su boca, tenía puesta una camiseta muy ajustada bajo la blusa, lo que hacía imposible la fácil aparición de mis tetas, puchas no iba preparada para esa performance, mordió suaves mis pezones y con su mano buscó mi zorra que ya se mojaba debajo de la falda, sus dedos hábiles encontraron fácilmente los labios viscosos de mi conchita y que se deleitó con la maravillosa prestidigitación del nuevo amigo, sus ojos clavados en los míos vigilando como halcón sobre su presa hacían que mi calentura se elevara.

Te llevaré a Venus - lo escuché decirme- la calentura del momento hacía que mi cerebro no procesara y que gobernaran las partes viscosas de mi cuerpo, me dejé llevar por el torbellino y acabé con sus dedos sumergidos en mi zorra, aunque no sé si precisamente en Venus.

Sonrió complacido me besó con dulzura y arremetió nuevamente de la misma forma, yo soy capaz de disfrutar a cabalidad con buenas pajas, así es que le di pa´delante no más.

Después de la cuarta me incorporé y busqué su pico que ya percibía duro bajo el jeans. Apareció delicioso, mi boquita experimentada esperaba ávida que le presentaran el nuevo ejemplar. Un pico de tamaño medio, pero bien dispuesto, activo, durito me invitaba a conocerlo de a poco sin prisa.

Le pasé la lengua y me gustó su sabor. Mi boca lo atrapó entero chupando con deleite esa nueva callampa que sentía cada vez más caliente palpitando en mi boca.

En eso estaba, por cierto muy emocionada, cuando percibí con claridad y placer que el final era inminente. Lo escuché musitar un "no" medio ahogado, cuando mi boca se llenó de su leche calientita, saboreé ese líquido viscoso que por primera vez se vertía en mi boca y pensé que putas que estaba perra, primera cita y ya me lo había comido literalmente. Eso era algo que en épocas pretéritas quedaba como para el tercer polvo.

Le di un beso, me acomodé la ropa y emprendí mi retirada sin decir mucho más, camino a la puerta preguntó si la cita seguía en pie (no sé si pensaría que con eso me bastaba, obviamente era un pequeño aperitivo, un snack, algo para partir) – Por supuesto - le contesté y me dejó en mi auto.

Luego de las típicas palabras de buena crianza “maneja con cuidado … que llegues bien” me pidió que le avisara cuando llegara a mi casa, me sorprendió su petición pero la encontré dulce. Lo llamé cuando llegué…pero no a mi casa, lo llamé cuando llegué a la casa de mi perro.

Estaba ahogada en mis chillidos orgásmicos restregándome con mi mino, con el gusto al semen fresco del nuevo ejemplar en mi boca, cuando escuché la llegada de un mensaje a mi celular “me dormiré con tus labios”.

No era precisamente el mensaje que hubiera esperado como fin de fiesta, pero con la adrenalina y la calentura a mil, importaba poco el tono romanticón de mi nuevo amante, ya habría tiempo de ponerlo a mi tono.

3 comentarios:

  1. mmm que caliente..como siempre no destiñes con nada, me encanto tu relato...besos...

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  2. Que bueno volver a leer tus calenturas, se extrañaba tus relatos. Saludos y besos

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  3. Hola, me llamo Claudio.
    Acabo de encontrar tu blog, me parece genial.
    Voy a leer tus otras entradas.

    Saludos

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