
Anoche nuestro encuentro fue distinto, hacía un frio de los mil demonios, eso me hace ponerme muy tensa. Abrí mi net y no había ninguno de mis amigos cibernéticos conectados, últimamente siempre hago una previa con webcam antes de nuestro encuentro real, pero no había querido hacer citas con nadie ya que no tenía certeza de la hora en la cual quedaría disponible, siempre había tenido suerte y me regodeaba con cual pico quería empezar mi noche de sexo, aun sin hacer citas, pero parece que la suerte no jugaba a mi favor, esperamos un rato mientras se calentaba la habitación pero no apareció nadie.
Me fui a la pieza algo decepcionada, sobre todo porque mis amigos siempre se quejan de lo poco que estoy disponible para hacer cámaras.
Al pasar por el patio el ruido ensordecedor de la música de tus vecinos me dejó en shock, tenían una fiesta y las cumbias de Américo y los reggaetón estaban a todo dar.
Mal comienzo ¿no? nosotros tiramos con blues, música sensual que abre los sentidos, pero dado el volumen de las cumbias no podíamos competir así es que no nos quedó más alternativa que sonreír y darle pa’delante no más.
“Y hoy te vas, te vas, te vas, te vaaaaassss” se escuchaba afuera mientras nos desnudábamos trabajosamente. El abrigo, el chaleco, un sweater, la camiseta, las pantys, los pantalones, las botas UFFFFFFFFFFFF… todo eso para llegar a la ropa interior, tiritaba de frio cuando acerqué mi boca a la tuya para sentir tu aliento tibio. Rocé tu boca sintiendo tus labios calientes y mojados y todo se transformó. Tus manos volaron sobre mi cuerpo, acariciando mi espalda, moldeando mis caderas, comencé a moverme sinuosamente al ritmo del reggaetón que llegaba a mis oídos, el sonido de ritmo fuerte que tanto me molestó al comienzo, ahora me inundaba de energía y calor, sentía tu pico tomando forma poniéndose duro, ¡cómo me encanta que vaya creciendo! haciéndose espacio, tomando su lugar, dispuesto al ataque.
Miré el tatuaje en tu brazo, lo besé, lo toqué con mis manos y pareció cobrar vida con la tensión provocada por tus músculos, tus bíceps dibujados y fibrosos, frotaste fuerte tu cuerpo contra el mío, mi piel respondió a tu contacto erizándose, mis pezones erguidos, perreamos casi con ritmo, mis caderas se movían intentando calmar mis ganas restregando mi zorra en tu muslo.
Me penetraste firme, ya estaba resbalosa , muy mojada, mi zorra se apoderaba de mí, ella es la reina, ella manda y demanda, se dilata , se inflama, se empapa y desparrama sus jugos por el vecindario, mis muslos quedan brillantes y mi culo agradece su generosidad ya que lo deja absolutamente disponible.
Todo mi cuerpo se va tensando, todos mis poros se dilatan y comienzo a sentir esa concentración de energía que va creciendo, presionando y te pido más… más, sigue, no pares, ¡Qué rico!
Me desdoblé, sentí que era muchas personas, una distinta en la medida que disfrutaba del placer que me provoca cada estímulo... y eran tantos, tu pico frotaba todas las paredes de mi concha ganosa, tus manos escarbaban entre mis pendejos buscando mi clítoris, estrujaban mis pezones duros, trabajaban incesantemente buscando nuevos rincones, nuevos puntos de placer, agarraste mi cabeza, sentí tu caricia en mi nuca y tus dedos se transformaron en tentáculos que agarraban mi pelo tirando mi cabeza hacia atrás, quitándome movilidad , me sentí atrapada, ahogada, no aguanté más y exploté en un delicioso orgasmo, los temblores recorrieron mi cuerpo , el calor me inundó y se liberó toda la energía acumulada.
La música fuerte se confundía con mis chillidos de placer y con el jolgorio de la fiesta.
Me pregunté si los vecinos fiesteros, habrían escuchado mis gritos de perra escandalosa y sólo me provocó mayor placer, el pensar que quizás algún pico detrás de ese muro podría haberse despertado con mis aullidos, provocando una erección, esas que tanto me gusta provocar y disfrutar.