lunes, 28 de septiembre de 2009

PELIGRO LATENTE

El jueguito con el chat era oscuro pero me sentía bastante a salvo, cuando las cosas se ponían algo difíciles inventaba que llegaba alguien o que me estaban llamando y me desconectaba rápidamente. Me excitaba mucho realizar ese intercambio de provocaciones e ir avanzando siendo cada vez más osada, sorprendiendo, tanto con las palabras como con las fotografías, que fueron cada vez más hot.
Chico Guapo siempre ha sido un gran amigo por lo que cada cierto tiempo me ayudaba con algunos trabajitos en la pega. Cuando me di cuenta que íbamos a tener que vernos para uno de esos apoyos, casi se me para el corazón. Las cosas habían cambiado mucho desde la última vez que nos habíamos visto. En esa oportunidad yo estaba empezando contigo, por lo que resistí sus demandas sin muchos problemas, a pesar de sus insistencias.
Ahora habíamos chateado y en esas conversaciones yo lo había desafiado descaradamente, tener que vernos en forma personal me daba pánico, pero tenía que apechugar, o teníamos que apechugar, yo no me había metido solita en el problema, aunque tú nunca me obligaste o algo parecido.
Lo primero que hice cuando supe que se acercaba inexorablemente el día que nos viéramos fue hablarlo contigo, a ti todo lo contrario de molestarte te divertía bastante. Sólo te noté finalmente, levemente preocupado por mí.
No recuerdo exactamente tus palabras ya que cuando estoy muy nerviosa suelo olvidarlo TODO, pero la sensación que me quedó era que NADA de lo que pudiera pasar te parecía demasiado grave, era bien extraño que me dijeras algo así, pero ciertamente era lo mejor que yo podía escuchar dadas las circunstancias. Tus palabras me relajaron… pero no mucho. A Chico Guapo cuesta decirle que NO.
En todo caso después de darle muchas vueltas, saque la conclusión iluminada, que no por provocar de esa manera estaba obligada a conceder mayores favores y me convencí de eso, por lo que cuando tuvimos que concertar nuestra cita estaba algo más tranquila.
Yo quería que viniera a mi oficina, era un territorio mucho más seguro para mí o que por último nos juntáramos en un café cercano, pero Chico Guapo era quien decidía y me pidió que nos encontráramos en la calle, ya que pasaría por mí en su auto. Llena de nervios bajé esa tarde, haciéndome la súper canchera, mujer segura, dueña de sí misma, pero sobre todo no quería dar señales equívocas respecto de mi felicidad y satisfacción, nunca me he sentido más plena y satisfecha sexualmente que contigo.
Apenas me subí al auto me dijo: “Ya, nos vamos a un motel ahora mismo”. Yo me defendí como gato de espalda, -que NO PODIA, que tenía mino, que tenía que volver a la pega luego, que estaba con la regla y cualquier otra cosa que me salvara- él se rió y me tranquilizó pidiéndome que lo acompañara a tomarnos un café en honor a los viejos tiempos, sólo que quería un café rico y no en la esquina.
Apenas me sentí más confiada recuperé mi actitud desafiante y empecé a torearlo de a poquito, disfrutando nuevamente de este juego cada vez más peligroso.
Nos tomamos el café entre risas y coqueteos, conversando de la vida, de la pega y de nuestras parejas. El a diferencia mía estaba muy mal con su mina, pero le quitaba todo dramatismo a esa circunstancia. Igual yo apuré la cosa así es que terminando el café le pedí que volviéramos.
Me subí al auto para que me regresara a mi oficina y ahí cambió la cosa. Me quedó mirando y con una actitud absolutamente decidida puso una mano en mi rodilla y empezó a subirla por debajo de la falda, yo lo detuve ahogada, el sonrió, hizo andar el auto y ahí yo tuve un momento de pánico pensé que tal vez iba a tener que protagonizar una escena en la entrada de un Motel. Cuando me di cuenta que íbamos camino a mi trabajo me volvió el alma al cuerpo y volví a sonreír relajada, era como estar en una montaña rusa con la adrenalina a mil, tenía la imagen de su mano en mis piernas, eso me desestabilizaba. Cuando llegamos, antes de bajarme del auto me acerqué para despedirme y me tomo la cara con las dos manos y me dio un tremendo beso en la boca.
Me bajé como si no hubiera tenido mucha importancia, pero la verdad me dejó tremendamente preocupada...por mí, por ti, por nosotros.

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