martes, 25 de agosto de 2009

Espejo




No me acuerdo bien si el espejo estuvo siempre en tu cabaña, o si lo trajiste a poco andar juntos. Pero este objeto empezó a tener una importancia enorme en nuestros encuentros. Me colocabas de manera que yo pudiera mirarme entera de pie, desnuda, mientras ibas dibujando con tus manos cada contorno, cada pliegue…me esculpías completa y me instabas a contemplar mi cuerpo desnudo, a aceptarlo, a quererlo, a amar cada curva. Me encantaba mirar tus manos volando sobre mis caderas, hurgando en mis pendejos, jugando con mis pezones. Me calentaba tanto ver como de a poco ibas metiendo tus dedos en mi zorra que se abría jugosa ante tal delicia. De esa manera fui sintiéndome cada vez más a gusto con mi cuerpo, con mi desnudez. Frente al espejo aprendí a disfrutar cada vez más de las imágenes, esas algo porno, de mirar cómo me ensartaba con tu pene mientras yo estaba sentada sobre ti dándote la espalda. Aprendí a encontrar el placer en mirar, en ver, ese placer que pensamos es exclusividad masculina, pero sobre todo aprendí a disfrutar a concho el exhibirme, el mostrarme sin pudores, abierta. El excitarme mucho viendo cómo excito a otros sólo con mostrarme,…jugar dando placer, descarada, sin tapujos. Ponerme en cuatro patas consciente de lo que muestro y de lo que provoco, disfrutando incluso antes de entrar en contacto físico y aceptar todo lo que venga, …una mano acariciando mi culo, unos dedos metiéndose en mi zorra, una boca chupando mi culo, una lengua metiéndose todo lo que pueda en mi zorra y en mi culo, lamiendo desde abajo hasta arriba, sintiendo la respiración, el aire caliente saliendo del cuerpo, mientras me mojo cada vez más, hasta acabar…para después recibir el pico duro metiéndose con todo, con las manos empujando mis caderas, sintiendo que no se desperdicia ni una gota de energía , que todo va hacia dónde mismo, todo va hacia la búsqueda y entrega de placer, pero partiendo de mí y hacia mí.
Esto último no es muy fácil de explicar, mucho menos de entender, habíamos tirado un par de veces, cuando me dijiste “Olvídate de mí, no te preocupes de mí, concéntrate sólo en ti y en tu placer, ya que mi placer es el tuyo”. Debo confesar que esa fue una de las primeras cosas raras que me dijiste y que nunca pensé llegar a dosis tan altas de placer con esa premisa, me costó bastante ya que traía aprendida una fórmula en la cual nunca dejaba de lado al compañero, siempre preocupada, finalmente cuando poco a poco logré lo que me pedías, me abandoné al placer más profundo y me di cuenta que sólo así podíamos llegar a ser UNO, que de esa manera se entrega el control, no es que me olvide de ti, es que te conviertes en un delicioso objeto de placer, es que te metes tan dentro de mí que adivinas mis deseos, que llevas mi pulso, mi ritmo, mi respiración, que complaces todas mis fantasías, que nos potenciamos hacia el mismo camino.

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