sábado, 30 de enero de 2010

UN PROCESO DE APRENDIZAJE


Con el Joven Amante teníamos planeado otra aventura cinematográfica pero empezamos con las típicas postergaciones por motivos ajenos a nosotros mismos.
Estaba con una cantidad de trabajo de locos cuando llamó el pendex de Tasmania, se cumplía una semana desde que había pasado por ese huracán y aún tenía una costra en mi codo como cicatriz de aquella batalla. Contesté la llamada pero le dije que no podía hablar, que yo lo llamaría después, insistió como tres veces, pero yo en verdad estaba hasta el cuello.
Entonces me envió un directo y osado mensaje, “A qué hora llegas … “ siempre me sorprende, es que lo encuentro súper jugado y eso me gusta, es valiente el cabro chico. Te llamé para contarte y te dije que iría pero esta vez a la salida de la oficina, te había comentado que no quería que pasara mucho tiempo antes de volver a tirar con él, no podía volver a cero si pretendía domarlo. Quería que fuera lo antes posible y ahí tomar una determinación si seguíamos con él o si lo dejábamos.
Me gustaba mucho pensar que pudiéramos incorporar al cabro chico a nuestra rutina de juegos, pensaba que podría llegar a ser un estupendo aporte, sin embargo todavía habían algunas cosas que no me convencían del todo: su salvajismo, la edad (cada vez que te decía - tiene la edad de mi hijo menor- tú me respondías - pero no es tu hijo, y cumplió los 18 hace rato- ) y esa mala onda que tuviste al comenzar. Pero debo reconocer que me calentaba el pendejo, sentía que era algo así como un trofeo, un deseable y requerido jovencito y eso siempre es bueno para el ego.
No quise enviarle un mensaje lo llamé y le dije que iba a las 18:30, no dijimos mucho más sólo los saludos triviales.
Me fui caminando, esta vez me sentía más preparada y mi desafío era empezar a domar a la bestia, sacarle provecho enseñarle que hay matices y pausas, que no todo debe ser un desborde de energía sin control.
Te llamé en el camino, ahora todo estaba bien entre nosotros, estábamos disfrutando a concho de nuestro juego de perros, de socios, de cómplices, de pareja pervertida.
Igual la cuota de nervios en esa previa no es menor, pero sobrepasan por mucho las ganas, la calentura de pasarlo a toda raja.
Nuevamente apenas cerró la puerta se me abalanzó como un huracán, pero esta vez yo no iba a soltar las riendas de ese potro desbocado, así es que lo calmé inmediatamente, le pregunté si tenía alguna cita después, me contestó que no, que teníamos todo el tiempo del mundo, de partida eso sirvió para aquietar sus ansias.
Me abordó besándome la boca, chupándome las orejas, mordisqueándome la espalda.
Saqué mi pito y esperé su reacción inmediata (parece que la marihuana ya no causa reacciones negativas en nadie) le pareció una muy buena idea, es más me dijo que él también tenía un pitito. Eso ayudaría mucho a la tarea de acomodar nuestra energía.
Mientras fumábamos desabroché su pantalón y liberé el dragón que pulsaba por salir, lo besé con devoción, lentamente pasando la lengua por aquella ranura de la cual emergían ya algunas gotas de delicioso semen. Seguimos atracando de pie en el living yo vestida y él a medio vestir, se abrochó el pantalón y me puso las manos en los glúteos, me elevó y empezó a caminar hacia el dormitorio, yo me aferré como koala con piernas y brazos alrededor de su tronco, mientras metía mi lengua en su boca.
Yo no iba preparada para sacarme la ropa fácilmente, llevaba unos pantalones muy ajustados y un top sin espalda, no tenía sostén, quedé en topless rápidamente, él me chupaba las tetas, me saqué el pantalón y el metía sus dedos en mi zorra que complaciente y ganosa se mojaba con mucha rapidez. Abrió la cama mientras me sacaba mis calzones, me tiré de espaldas abriendo las piernas para que me penetrara ofreciendo la zorra en plenitud. Se puso el preservativo se hincó de frente y me penetró firme y fuerte, con vigor, en su estilo pero bastante más mesurado que la vez anterior, cuando empezó a agarrar su endemoniado ritmo lo calmé, me miró como preguntando si estaba todo bien, le sonreí y continuó más calmado.
Después de eso pasamos el Kamasutra completo, con todas sus variantes, pasando con rapidez de una posición a otra: perrito, pollita pastando, sentados, parados, de frente, de espalda, de lado, patitas al hombro, montados, hincados al borde de la cama, sobre la cama , en fin…todas y mi compañero con su acostumbrado vigor y fuerza, se volvió a poner de pie conmigo ensartada y me dio con todo a lo koala, volaba cayendo en su pico, la fuerza de gravedad en caída libre golpeaba con fuerza, él separaba su torso del mío para dar mayor base.
En algún momento tomé las riendas montándolo y llevando yo el ritmo, mucho más lento, entrando y saliendo con lentitud, pudiendo disfrutar con mayor propiedad ese pico frenético, pasé mis piernas hacia adelante y quedé sentada con su pico adentro, con el peso en mis piernas y brazos, en esa posición lo dejé con pocas posibilidades de movimiento, así es que me aproveché de eso para mantener el ritmo un poco más pausado y gozar plenamente sintiendo ese pico vigoroso clavándose en mi concha.
Le entregué el control y se abalanzó sobre mí como toro saliendo de su encierro, me puse boca abajo y me penetró firme montándome y agarrando mi pelo, como en yegua sin montura, lo tiraba con fuerza, casi me ahogo en un terremoto explosivo, acabé deliciosamente.
Me gusta que tiren de mi pelo en esa posición, tú lo haces algunas veces, mi problema con él es que como no lo conozco bien, no tengo esa confianza ciega que tengo contigo, entonces mi primera reacción a esas muestras de erotismo algo violento es defenderme, no hay todavía una entrega, la misma reacción la tuve cuando lo sentí poniendo sus manos alrededor de mi cuello, no es algo consciente es una reacción absolutamente instintiva.
Me puse de espaldas, me levantó las piernas y me embistió con fuerza, me estaba dando como loco con el pico por la zorra y se llevó los dedos a la boca, los mojó y empezó a meterlos por mi culo, yo gozaba como enferma, pero no podía dejarme llevar tranquila, tenía previamente decidido que al Demonio de Tasmania y su arma mortal, no iba a darle la pasada por el camino angosto, con ese desenfreno podría ser algo doloroso y como algo conozco a los hombres generalmente después de meter los dedos en el culo y no encontrar resistencia (en este caso era más bien todo lo contrario, yo no podía ocultar que gozaba como perra), viene la incursión del pico. Bueno tal como me lo imaginaba después de un rato de darle en esa posición sacó su miembro de mi zorra y se dispuso a apuntar al pequeño, lo paré y dije - NO, sin lubricante, ni cagando- , me pidió dulcemente una oportunidad, que confiara en él, le dije que debía ser con mucha delicadeza, con sumo cuidado, pensé que al primer signo de dolor se iba a la cresta, pero nuevamente me sorprendió su manejo, fue sutil y considerado penetró suavísimo sin una gota de dolor,…puro echarle pa’ delante no más, si caprichosa no soy. En un momento se paró conmigo en brazos, de frente con mis piernas me agarraba alrededor de sus caderas , me ensartó de un salto por el culo, que ya se había convertido en una vía de alta velocidad, bueno me imagino que para eso sirven los 22 años de edad para tener una condición física absolutamente asombrosa, la verdad es que no deja de sorprenderme, caímos en la cama y quedé acostada sobre él con mis pies hacia su cara, me ensarté de esa manera y sosteniendo mi peso en los brazos y en las piernas empecé a balancearme sobre su pico empalado en mi culo, me preguntó si me gustaba le contesté que me gustaba mucho a pesar de que eso era más que evidente, aún hay pocas palabras entre él y yo, me imagino que ambos nos censuramos muchísimo en cuanto a qué decir, la verdad es que a pesar de todo nos conocemos muy poco y los 30 años de diferencia nos deben pesar mucho en ese sentido.
Me acosté de espaldas y me levantó las piernas y las caderas y se metió por mi culo, yo me abría los glúteos con las dos manos para sentirlo muy , muy adentro y lo estrujaba, estaba muy loco el cabro chico, gozaba como enfermo, miraba su cara eufórica, salió de mi culo y se sacó el preservativo, acostada como estaba empecé a comérmelo, a chuparlo , a fantasear que acabaría en mi boca, que nuevamente me iría con su olor impregnado, que lo saborearía gota a gota, que no dejaría escapar nada, le chupé las bolas mientras él se pajeaba, le metí mi lengua por su culo y le mamaba el pico esperando ansiosa por su jugo, no saqué ni un segundo mis ojos de su cara y me enloqueció su expresión cuando explotó sobre mi cara y metió su pico completo en mi boca, lo succioné largo rato chupándolo hasta sorber la última gota.
Nos quedamos acostados sin hablar, evidentemente nos habíamos superado enormemente, recuperé el aliento y él se fue a la ducha, yo me voy siempre sin duchar para llevar conmigo todos los olores y jugos para ti. Incluso el semen que quedó en mi cara lo puse en mi ombligo.
Me vestí rápido, al despedirme reparé nuevamente en el violoncello, no es nada común tener uno de esos instrumentos en una casa, me calentó mucho la idea de fotografiarme con eso entre mis piernas. Le di un beso y partí a tirar con mi perro.

sábado, 23 de enero de 2010

EL DEMONIO DE TASMANIA



Después que retornamos a nuestra acostumbrada buena onda llamé al cabro chico y acepté su invitación a almorzar. Esa noche llegué cansada y tarde a mi casa pero igual me tomé tiempo para preparar todo para mi posible encuentro hot. Estaba en ésas cuando me llamó el Joven Amante para decirme que me echaba de menos y que estaba intrigadísimo con la película. Eso fue como una inyección de seguridad para mi ego.
A pesar de los nervios esa noche dormí maravillosamente, por la mañana en la ducha revisé el rebaje, me puse mi colaless de guerrera rojo y un vestido con un escote como cinco costillas más abajo de lo decente, la espalda descubierta, me lo puse sin sostén, sé que eso te encanta.
Me fui al trabajo, como tengo sólo una hora para salir a almorzar, hablé temprano con mi jefe y le dije que debía ir al dentista (cuando uno anda caliente se pone muy creativa), se la tragó facilita, eso me permitió tomarme alrededor del doble de tiempo.
Nos juntamos en una estación de servicios que queda en el frente de mi edificio.
Lo vi desde lejos esperándome y me acerqué sonriente, me preguntó donde quería ir. Dentro de las opciones que ofreció, estaba ir a almorzar a su departamento, eso fue lo que escogí después de corroborar que vivía solo en un lugar convenientemente cerca de mi pega, me pareció la mejor opción, estaríamos lejos de las miradas de la gente, me resultaba tremendamente incómodo estar en público en un coqueteo flagrante con un muchachito, además estaríamos cerca de una cama, por si acaso pensaba yo. Qué descarada ¿no?
Es que prefería darle al tiro, no quería posponer más el tema y no tanto por caliente, sino porque no quería seguir en mi lucha interna. Nos fuimos en metro, era sólo una estación pero se me hizo eterna, entramos a su edificio, subimos hasta el piso 7 y abrió la puerta.
Apenas entramos se desató el huracán, el Demonio de Tasmania, un verdadero pulpo, sus manos y su boca parecieron multiplicarse, yo aun estaba con mi bolso en el hombro los lentes de sol puestos y él ya estaba estrujando mis glúteos con sus manos, su boca me succionaba entera y su lengua me raspaba la garganta.
Tuve que ser bastante enérgica para que se detuviera un instante y me permitiera dejar mi bolso en una silla y poner mis lentes a resguardo, en ese momento me percaté de que tenía una gata, como un flashazo recordé la primera vez con el Chico Guapo (posteo de agosto, Amigos con Ventaja), se repetía la gata, la música de fondo y los nervios por la novedad.
Me sorprendió gratamente su espacio, armonioso, ordenado, era un pequeño departamento de dos ambientes, living comedor, un dormitorio, cocina aparte y el baño, decoración simple pero de buen gusto. Absolutamente sorprendente para sus 22 años. Me llamó la atención un violoncelo que estaba apoyado en una esquina, me dijo que era de un amigo que estudiaba música y que dejaba su instrumento allí, se evitaba andar en bus con el violoncelo en la espalda.
Me ofreció algo de beber, acepté un jugo de naranja y volvió a la carga, yo sólo me había sacado un broche que me permitía abrir un chaleco de hilo que traía puesto, el huracán retomo su ataque con mayor intensidad y furia. Bajó el tirante de mi vestido y empezó a chuparme las tetas, yo lo miraba me parecía increíble su intensidad, me mamaba fuerte, al filo del dolor. Sonó mi teléfono, eso me dio otro respiro, miré mi celular pero era un número desconocido decidí no contestar pero tenía otro momento para sacarme mis anillos, mi reloj y otros accesorios, él estaba desesperado en esa espera. Apenas alcancé a respirar cuando ya había vuelto a la carga, no me di cuenta cómo llegamos a su dormitorio, le advertí que mi vestido tenía un lazo para que no lo rompiera intentando sacarlo sin desatarlo, en ese momento le desabroché su pantalón y le agarré el pico por primera vez, lo tasé en ese contacto, estaba bien dotado, un muy buen porte, me calenté mucho pensando en ese miembro desconocido.
Me despojó de mi vestido, ya estaba sin calzones habían volado antes y yo no me había dado ni cuenta, en ese momento del partido pensé que lo mejor era actuar con premura y me escabullí de este precoz Demonio de Tasmania con el fin de buscar un condón, estaba hurgando en mi bolso cuando apareció sonriente en la puerta del dormitorio, mostrándome unos condones en su mano, ¿Es esto lo que buscas? No contesté pero me devolví, me senté en la cama y empecé a lamer por primera vez ese joven y bien dotado pene, intenté contenerlo todo en mi boca, pero no pude, seguí chupándolo, lo sentía cada vez más duro, sus manos se metían por mi zorra que, gracias al cielo, ya estaba bien preparada, jugosa y deseosa. Me puse de pie dándole la espalda para ser acariciada, pero él y su extraordinario vigor adolescente no pudieron esperar más, me penetró violentamente y empezó a taladrar con una fuerza y rapidez de la que aún no me repongo del todo.
Yo todavía estaba tratando de prepararme para empezar a darle y él ya estaba arriba de la pelota con todo. Apoyé mis manos en la muralla para soportar mejor sus embates, estuvimos un rato así, yo esperaba que bajara un poco su intensidad, para sacarme los zapatos, pero eso no sucedió nunca más, era un torbellino de lujuria, nunca me dio tiempo a pensar nada, hacía bien su trabajo no puedo negarlo, pero chutas yo que soy un modelo clásico, bien conservado, necesito mis respiros.
Debe haberse visto bien divertido yo agachada en pelotas intentando desabrochar las hebillas de mis sandalias, mientras el cabro chico me culiaba con toda su alma, como si el mundo se fuera a acabar. Me costó mucho trabajo, pero finalmente me saqué mis chalitas, aunque él nunca me dio tregua. Lo tiré sobre la cama y me ensarté sentada con las piernas abiertas dándole la espalda, empecé a subir y bajar, mientras él me agarraba las tetas. Sentía su pico duro abriéndose camino en mi zorra, contundente, como una estaca me atravesaba potente y vigoroso frotando toda esa cavidad que se abría develando sus misterios a este hiperkinético desconocido. Me arrodillé en el borde de la cama apoyando mi pecho en ella, él se instaló por atrás y me penetraba la concha con sus piernas abiertas sobre mí, yo sentía que su pico me llegaba a la garganta, más que por el volumen por la fuerza que imprimía en cada embestida. Culiamos de tantas formas que creo no me es posible acordarme de todas, su energía era tan arrolladora, que no me quedaba otra que contagiarme, e intentar seguir este ritmo vertiginoso, me afirmaba como podía en la muralla que daba a la cabecera, pero la cama se iba corriendo. Era como una montaña rusa, cada vez que intentaba calmar su ímpetu, me envolvía como una tromba y se iba con todo. Pasábamos de una posición a otra como rindiendo examen, pero no me daba tiempo para agarrar el vuelo necesario para gozarlo a plenitud. Me sorprendió mucho su estado físico, un cuerpo rico, abdominales trabajados y unos pectorales bien formados, nada exagerado , en un momento se paró conmigo en sus brazos, yo intentaba asirme a él abrazándolo con piernas y brazos de frente, en un segundo me ensartó y empezó a darme con todo yo sentía que iba en caída libre a su pico que se metía cada vez más adentro, cada vez más fuerte, cayó a la cama algo cansado, por fin pensé, me acosté de espaldas en la cama con la intención de recuperarme, pero partió inmediatamente dándome con mis piernas en sus hombros , le miraba la cara estaba de verdad eufórico, mientras taladraba a mil por hora, yo no resisto mucho en esa posición , tú lo sabes muy bien, lo paré y lo monté , estando yo arriba pensé que podría tener el control e imprimir un ritmo algo más lento, pero me equivoqué con sus manos sostenía mi peso y su pelvis debajo de mí parecía un terremoto , como no podía darle con toda su fuerza , me volteó para quedar el arriba, mi instinto me hizo ponerme boca abajo, en esa posición soportaría mejor sus embates, él sobre mi espalda penetrándome con furia, sentía la presión constante que iba deleitándome cada vez más, mi instinto no falló, exploté en un orgasmo en esa posición, pero no tuve tiempo de disfrutarlo del todo ya que levantó mis caderas y me puso en cuatro patas, empujaba mis caderas con una fuerza como para atravesar una montaña, el pendejo seguía mostrando toda la potencia de su Fórmula Uno. Pensé que iba a acabar porque me dio vuelta, se sacó el condón y puso su pico en mi boca. Lo chupé con ansiedad pasando mis manos por sus bolas mi lengua por todos los bordes encerrándolo por completo, quería que explotara en mi boca, pero se puso un nuevo condón y empezó a darme de nuevo con furia a lo perrito, debo confesar que me asustaba su resto ponerle el culo abierto, eso fue lo único que pensé durante todo ese loco polvo, “este pendex no me tira por el culo ni cagando, con ese ímpetu me raja” , pero nunca lo intentó así es que todo bien , entró por dónde debía y me daba agarrando mis caderas manteniendo su acostumbrado y endemoniado ritmo.
Después de un rato volvió a sacarse el preservativo y empecé a chuparlo de nuevo mientras le corría una paja, yo quedé acostada y él sobre mí, hincado en la cama con una rodilla. Llevó sus bolas a mi boca mientras se corría una paja, yo le pasaba la lengua y las chupaba, de vez en cuando metía su pico en mi boca y yo sorbía las gotas que brotaban exquisitas, después de un rato de locura desenfrenada lo escuché decir “abre la boca Trini”, cerré los ojos y abrí mi boca deseosa, sabía que venía mi premio, en un instante sentí caer en mi lengua su leche caliente deliciosa derramándose en mi boca, cayendo algunas gotas sobre mi cara al explotar . Sentía el sabor y el calor de ese líquido viscoso, su mano en mi zorra empapada presionando mi clítoris me hacía acabar gustosa. El seguía derramándose, agarré su pico en mi boca y empecé a mamarlo, succionándolo hasta la última gota…me lo bebí todo, cayó rendido.
Quedé un rato en blanco, me sentí como sobreviviente después de un cataclismo, empecé a mover mi cuerpo con mucho cuidado, verificando que todo estuviera en su lugar y funcionara correctamente. Hice un rápido catastro de los daños, mi zorra estaba bastante resentida y un codo quemado por el roce, nada serio, el resto de mi cuerpo había soportado de buena forma. El quedó empapado en sudor y con un glúteo contracturado según se quejaba, por lo menos no la sacó gratis.
Después de eso me sirvió el almuerzo que había preparado volvió a sorprenderme un arroz bien preparado y un Chapsui de verduras y pollo, esa era la primera vez en mi vida que tiraba con un perfecto desconocido, nunca habíamos hablado, recién en ese momento empezamos a conocernos más, me contó que tenía una hijita de 4 años (putas el pendejo adelantado) me espanté pensando en un niño de 17 años siendo padre y pregunté la edad de la madre y me dijo que ella era mayor, era claro que le gustan maduras.
Hice una asociación contigo cuando eras pendejo, siempre me has dicho que te gustaban mayorcitas .Te imaginé como él. Me calenté mucho pensando en eso, averiada y todo quería tirar contigo inmediatamente, pero debía volver a la oficina. Te vería en la tarde.
La verdad yo nunca había tirado con alguien tan joven…………….no es que me haya olvidado, cuando yo era pendeja tiraba con hombres mayores, no tengo en mi bagaje con qué compararlo ¿tirarán todos los pendejos como el Demonio de Tasmania ?

Salí de su departamento con una sensación de triunfo pero decidí que o lo domesticaba o tendría que ser debut y despedida, habría que hacer algunos serios ajustes para que pudiéramos seguir funcionando.

sábado, 16 de enero de 2010

UN VUELO CON TURBULENCIAS




Este quinto elemento fue muy controvertido, me generó una serie de sentimientos encontrados, esta vez la diferencia de edad era abismante, mayor de edad, pero sus 22 años me provocaron una feroz alteración, un choque bastante perturbador.
Desde que lo conocí hubo algo especial, un jovencito de mirada vivaz y físico proporcionado, más bien bajo, pero bien hechito. Conocía al Joven Amante lo suficiente como para agregarle emoción al cuento, pero no eran amigos.
Una joven cercana a mí, me confesó que le gustaba y yo me ofrecí a hacer las veces de Celestina, esa intención expresamente declarada fue la que me impulsó a preguntarle si tenía polola. Desde el principio me pareció que no tenía ni el más mínimo interés en la muchachita que yo le proponía, pero había algo que no escondía su mirada. No niego que como un flashazo pensé que podría estar interesado en mí, aunque era algo que borraba inmediatamente de mi cabeza. Si es un cabro chico, mayor de edad, pero un niño igual.
Pero con mi revolución hormonal en el aire, algo se fue generando poco a poco. Las bienvenidas y despedidas eran cada vez más cariñosas y cercanas, muchas caricias inocentes, pero peligrosas, …esos abrazos que van durando cada vez más de lo debido y no me di ni cuenta cuando estaba perreando fino, buscaba quedar muy pegada y le daba besos en la mejilla y … en el cuello. Igual me sentía a salvo, tenía la certeza de que él no iba a precipitar nada, entonces sólo disfrutaba de la cercanía de ese cuerpo, de su olor a macho joven.
Apenas te confesé mi jueguito, tú empezaste a echarle leña a la perversión y me instaste a imaginar que estaba con él. Al principio me iba a la cresta, me frekeaba heavy , cierto que me calentaba pero sentía el tremendo peso de la diferencia de edad , de hecho tiene la edad de mi hijo menor, y eso es bien amedrentador.
Pero me calentaba imaginarme atracando con él, besándolo, dejándolo alterado, chupando esos labios turgentes. Me gustaba la idea de provocarle una erección y que se corriera una paja pensando en mí.
Bueno, me acuerdo que durante uno de nuestros gloriosos polvos tú adivinaste que no estaba pensando en el Joven Amante ni en ningún otro de mis amigos, que el que estaba en mi cabeza era el cabro chico. Me preguntaste si me gustaría que algo pasara y te dije que sí, que sería entretenido que en la próxima despedida le diera un piquito en la boca, un besito, sólo para tentarlo.
Tenía que volver a verlo antes de vacaciones, pero tenían que darse ciertas condiciones ya que él generalmente llegaba a mi oficina en grupo, no era nada fácil.
Estaba dispuesta a mi perrería suave si se daban las condiciones de privacidad necesarias, eso era muy importante (es absolutamente impensable que me sorprendan en mi oficina besando a alguien, mas aún a un jovencito). Hice lo que estuvo en mis manos para generar esa situación y la fortuna estuvo de mi lado, él efectivamente llegó solo y yo estaba en las mismas condiciones. Pero las cosas no se dieron según lo planeado.
Apenas lo vi aparecer me paré de mi escritorio, se acercó a mí y yo pasé los brazos sobre sus hombros, poniéndolos alrededor de su cuello como se estaba haciendo costumbre, él me tomó por la cintura apretándome mucho hasta elevar mi peso en sus brazos, le pregunté si venía muy apurado y me dijo que no, que tenía todo el tiempo del mundo…todo esto sin separarnos ni un milímetro. Hasta ahí todo según lo planeado, pero en ese instante no sé si fui yo o fue él, pero en un segundo tenía su boca en la mía, su lengua en mi garganta y todo pasando, sentía sus manos empujando mis caderas contra su pico...!!chutas el cabro jugado!!!
La verdad es que la bienvenida y la despedida se fundieron, afortunadamente nadie apareció por lo que nos tomamos harto tiempo en un atraque bastante potente.
Me dejó tiritona, te llamé, estaba perturbada, un tanto descolocada, creo que no tenía resueltas las cosas todavía, me gustó y definitivamente me calentó mucho la situación, pero evidentemente no era lo que me esperaba.
Hasta ahí todo bien y rico, al poco rato me envió un mensaje a mi celu, decía “quedé con ganas de más”. Desde que te comenté ese mensaje las cosas empezaron a no funcionar entre nosotros, nunca antes nos había pasado pero empezamos a contrariarnos en ese camino, yo estaba muy insegura y necesitaba de tu apoyo rotundo en esta oportunidad.
Me contradecía y tú no me entendías, no te gustaba como se estaban dando las cosas, no sé algo se atravesó (¿ se habrá metido un diablillo?) cada conversación que mantuvimos ese día fue de mal en peor.
Lo divertido de esto es que siempre te sedujo mucho la idea de que yo pudiera entablar algún tipo de relación con alguien muy joven, de hecho tú piensas que es un deber de mujeres maduras enseñar a jovencitos , pero ahora que estaba tan cerca de hacerlo nada te parecía bien.
Todo mal, me dio lata que lo estuviéramos pasando mal en instancias que debíamos disfrutarlo. Cierto que las cosas no siempre salen tal cual las planeamos, pero eso a veces le da un toque especial. La verdad es que yo igual esperaba que él tomara la iniciativa, no podía ni quería tomarla yo. No me sentía segura. Me dio mucha lata que me dijeras que si yo aceptaba entrar en el juego que él planteaba nos convertiríamos en su juguete.
Decidí de lleno parar, ya que no tengo interés en algo que no nos provoque placer a nosotros. Si después de todo no era el súper mino.
Pero cuando me llamó en la noche y me invitó a almorzar al otro día, no quise darle la cortada, lo tramité, le dije que era difícil, pero dejé una duda, lo llamaría para confirmar.
La verdad, lo que me tenía mal era que nosotros dos seguíamos atravesados, por más que lo intentábamos no había caso, no lográbamos entendernos.
Yo estaba con una cantidad de pega infernal, con el cabro chico en ascuas, súper perturbada y para más remate mal contigo…no había por dónde. Racionalmente no había nada que sustentara nuestra mala onda pero ahí estaba .Discutíamos cada vez que hablábamos, teniendo plena conciencia que no había nada que lo ameritara.
Esa noche no dormí nada, nada, incluso como a las 4 de la madrugada prendí un pito para moverme un poco las neuronas y conciliar el sueño, pero lo único que logré fue calentarme, a mí la marihuana me calienta mucho. En poco rato estaba reviviendo el atraque feroz con el pendejo y eso me dejaba peor, ya que como estaban las cosas no me sería posible seguir adelante con esa aventurilla.
A todo esto mi moralidad y mi inseguridad de si no se me estaba pasando la mano, que era muy chico, aparecía de vez en cuando cual fantasma para weviarme un poquito más la vida.
La mañana siguiente fue atroz, tenía un evento importante en la pega y nosotros seguíamos sin sintonía, después de una de nuestras discusiones llamé al pendejo y le dije que no iba, sin dejarle mucha posibilidad de movimiento, el lo lamentó…¿ y cuándo entonces? Para otra vez puede ser… así de ambigua fue mi respuesta.
Hablé contigo después de almuerzo, siempre haciendo todo lo posible para retomar nuestra acostumbrada sintonía y nada. Como una opción más para lograr esto que parecía MISION IMPOSIBLE te pedí que mejor conversáramos en persona, el teléfono y las millones de interrupciones por mi trabajo, no estaba ayudando en nada.
Era todo tan raro, tú me decías –“mi rica, entendería si me dijeras que te dejó con una tremenda calentura - anda y sácate las ganas-“ …para mí no era tan así, si claro me dejó caliente, pero era sobre todo porque pensaba que podía ser un nuevo juguetito para nosotros.
Incluso me dijiste que era mejor que no te contara nada, ahí se me cayó el pelo … que nos contemos todo es más que fundamental en nuestra vida como pareja …en otra discusión empezaste a defender mi honra con el Joven Amante …que si el cabro chico abría la boca, podría llegar a oídos del Joven Amante y podríamos perderlo.
Yo creo que había algo medio sobrenatural, como un par de demonios revoloteando sobre nuestras cabezas, haciendo todo lo posible para impedir que recuperáramos nuestra acostumbrada sintonía , nuestra armonía de socios, de yunta, esa estabilidad de roca que tenemos siempre y que como a pesar de toda esa incoherente maraña de desencuentros, tampoco peleábamos en mala, se aburrieron y se largaron, porque fue de un segundo a otro, que aún más mágicamente que cuando la perdimos, que recuperamos, sin sombras, nuestra línea de siempre y empezamos a avanzar de nuevo.
Me dijiste que me hiciera chupete al cabro chico, después de muchas turbulencias había asumido que estaba dispuesta a tirarme al Demonio de Tasmania… si se daban las cosas.

sábado, 9 de enero de 2010

EL QUINTO ELEMENTO



Mi vínculo con las películas porno ha tenido una evolución bien rara, recuerdo que mi marido, más de una vez intentó que viéramos imágenes XXX para entrar en calor, pero a mí no me convencían para nada.
Me imagino que lo que me pasaba era que como tenía que andar reprimiendo mis impulsos sexuales todo el día, para comportarme como una dama, no era cuestión de apretar un botón y dar rienda suelta a mis primitivos instintos, ciertamente se me provocaba una contradicción muy incómoda.
Recuerdo que encontraba ridículas esas mujeres que veía en las películas y que gritaban como enfermas sólo por tener un pico metido en la zorra, a decir verdad me provocaban más bien una cierta inquietud.
Fue a partir de ir descubriendo mi propia capacidad de exhibirme, que he podido generar un nexo con ese mundo. Ahora al ver fotografías porno y secuencias de imágenes hot, me siento interpretada por esas mujeres… besada como ellas, tocada, penetrada y por sobre todo, deseada.
Verme a mí misma como una actriz porno me ha provocado una variada gama de placeres prohibidos (aunque de actriz nada, ya que todo es absolutamente real).
Una de las cosas que me calienta muchísimo es el hecho de sentirme poseedora de una especie de poder inconmensurable, sin límite alguno, es alucinante convertirme en un total objeto de deseo o como tú dices, sujeto de deseo. Me encanta calentar, provocar esa sensación inquietante e inmanejable, excitar .
Grabar esa película con el Joven Amante y verla contigo, me llevó a develar otro aspecto de mi persona que era un misterio para mí. Al principio me costó reconocerme, pero poco a poco me fui “convenciendo” de que la que veía era mi zorra abierta, de que era mi culo el que era penetrado con furia, en fin, que esa perra en cuatro patas era yo.
A pesar de ser muy crítica y por supuesto sin grandes pretensiones, debo reconocer que me gustó ser la mujer de la película, me gustó ser la protagonista.
El tema es que todo ese descubrimiento me llevó a una voracidad que me asusta a mí misma, me transformó en una perra que me asombra.




Las cosas tal como estaban, estaban al dente, a pedir de boca.
El Joven Amante se acomodaba a la perfección a nuestro juego y el factor de grabar los polvos se había instalado como un elemento nuevo y con un tremendo potencial que desarrollar. Pero con tanta hormona revuelta sin control, yo andaba dejando una potente estela, cual perra en celo, y en esas condiciones es innegable que la adrenalina que provoca una nueva conquista no se compara con nada, es delicioso constatar que la presa va cayendo poco a poco en tus redes de seducción y en esas yo ya discrimino muy poco, entonces el universo abre sus fronteras y aparecen elementos de verdad desestabilizadores, atractivos a morir pero peligrosos.

A esas alturas de mi perreria ya tenía en mi colección al Chico Guapo, a Mr. Big, al Gerente y al Joven Amante.

Y como en una película de Bruce Willis ... dejé irrumpir a un quinto elemento, desconocido, novedoso, adrenalínico, perturbador, un elemento vertiginoso. El Demonio de Tasmania.

sábado, 2 de enero de 2010

SEXO, MENTIRAS Y VIDEO final






El camino a tu casa fue como una tormenta tropical, llena de sensaciones explosivas, estaba muy excitada y tremendamente ansiosa, pensaba que todo podría haber fallado…que si las imágenes no se veían,… que si no había apretado los botones, que si no te gustaba, que si no me gustaba....y todo eso mezclado con la tremenda calentura.
Parece que en esas condiciones las calles se multiplican, los semáforos en rojo parecen durar horas, pero finalmente llegué. Probablemente tú estabas tanto o más ansioso que yo y seguramente mucho más caliente.
Ya nos encontrábamos al borde del precipicio, es un momento crucial, importante, justo antes de hacer algo nuevo, algo fuerte… no sabemos cuál será nuestra reacción, qué nos va a pasar con esta experiencia extrema, vamos ciegos tanteando el camino, sólo en la certeza que nos amamos y que estamos juntos en esto.
Me recibiste como siempre muy cariñoso en la puerta, nos quedamos un tiempo muy corto en la entrada. A mí me daban ganas de gritar de lo excitada que estaba, cuando estoy muy nerviosa se me borra la película (menos mal que ahora, se suponía que la tenía grabada), de ahí en adelante todo es muy confuso, es que yo me meto en un estado crepuscular, atontado… pero intenso. (Seguramente ese desorden mental se reflejará también en mi relato).
Lo primero que dijiste al revisar la cámara era que había sólo dos archivos, según yo debía haber por lo menos tres, me aterré pensando que quizás habría filmado una parte muy corta de mi polvo con el Joven Amante.
Bueno, yo me conformaba con lo que hubiera, pero sabía que para ti era súper importante que se viera algo contundente y no quería decepcionarte. Habías preparado todo para que lo viéramos juntos en el televisor, acostados en el lugar dónde acostumbramos tirar.
Al encenderlo lo primero que sentí fue un tremendo alivio, finalmente las imágenes estaban ahí. Empecé a mirar con más susto que calentura, después se sucedieron sensaciones mucho más intensas que mi tormenta tropical anterior, era a todo dar. Tú finalmente me veías tirar con otro, lo conocías, me veías meterme su pico en la boca, esa misma que besabas mientras mirabas.
Era muy provocador, muy extremo estar en esas, viendo y reviviendo mi reciente polvo, reviviéndolo contigo, me sentía mucho más ligada a ti, ya no era yo contándote mi aventura, éramos nosotros mirando juntos esas imágenes, ya no inquirías detalles, los tenías todos. Te miraba intentando dilucidar tus emociones, necesitaba saber qué te estaba pasando a ti, estabas feliz, delirabas de calentura, éramos tres, un ménage à trois.
El Lucho se portó a la altura de la circunstancia, o sea, mortalmente bien, en otras oportunidades extremas le costaba aclimatarse pero ahora estaba como un guerrero dispuesto a dar la batalla como viniera.
La película estaba en dos archivos, el primero era la previa hot, me veías corriéndome una paja y después mamando el pico al Joven Amante. Yo me calentaba como loca, miraba las imágenes, recordaba, sentía sus manos, tus dedos, su lengua, tu boca, tu pico, era TODO lo que quería. Todos mis poros estaban expectantes percibiendo hasta tus más mínimos estímulos, que potenciaban todos los que ya traía en la piel y explotaba babeando, gimiendo, chillando de gusto.
El segundo archivo era el más contundente y puse la cámara en un buen lugar y bien enfocada, todo dentro del cuadro, mirábamos los embates poderosos del Joven Amante, la cruda metida del pico por el culo, mis orgasmos, su eyaculación, todo en un frenesí, a mil por hora.
Es muy difícil poder describir ese cúmulo de emociones, ese momento fue algo así como una película de Buñuel, como un sueño dentro de otro sueño, distintos planos que se mezclaban y se fundían.
Primero estaba la experiencia de mi reciente polvo con el Joven Amante, con el agregado de haberlo grabado, en un plano más delirante estaba el estar mirando y gozando contigo esa película porno, mi película porno, (la otra sólo la vi un par de veces y en la camarita) evocando y recordando las sensaciones intensas y viviéndolas nuevamente contigo, pero como flotando en el tiempo, de una manera muy atemporal.
Además latía, más real que nunca, la sensación de estar tirando con dos hombres al mismo tiempo. Tu olor mezclado con el del Joven Amante, tus manos debajo de las de él, su pico por la zorra, el Lucho por el culo, te miraba, lo veía, una vorágine de sensaciones deliciosas.
No recuerdo nada de la secuencia pero sé que lo hicimos todo, que me mamaste la zorra oliendo los aromas foráneos, que chupaste mis tetas tirando mis pezones erizándome la piel, que me penetraste con todo apoderándote de mi zorra jugosa que te esperaba ansiosa, que tus manos arrancaron orgasmos intensos, que te metiste por mi culo previamente abierto por el pico duro de mi Joven Amante, que me ahogué en mis gritos de placer, que explotaste vaciándote en mi culo.
…Que finalmente quedamos exhaustos sin una gota de energía, pero felices sintiendo que se abría una nueva compuerta, la realidad una vez más había superado todas las expectativas y nos brindaba una amplia gama de perspectivas, de juegos futuros.