domingo, 20 de enero de 2013
HAY PASTELES Y PASTELES
Bueno, me costó trabajo deshacerme del Pato. Finalmente se convirtió en un cacho y como soy muy coqueta parece que mis constantes negativas iban acompañadas de otras señales, por lo que tuve que enfocarme seriamente en ser clara y casi desagradable para que entendiera que yo no estaba dispuesta a emprender en su compañía el viaje a Venus en carreta .
Aunque tengo la suerte de tener a mis dos picos regalones para no tener bajones importantes después de estas decepcionantes experiencias, igual quedo con mi ego algo vapuleado, por lo que mis pensamientos posteriores se enfocan a disfrutar y a valorar muchísimo lo que tengo, más que a buscar nuevos ejemplares.
En eso estaba cuando me atacaron por sorpresa y a mansalva. Pero como guerrera que soy, mis instintos destruyeron todas las murallas elevadas por el numerito anterior y las puertas se abrieron nuevamente.
..apareció a quien llamaré MC. Muffin
De unos 30 años, alto, buen mozón, tiernucho, buena onda, es como el personaje adorado por las minas, ese que arranca suspiros colectivos de ternura, ese que no genera celos, ni competencia, pero que inspira un cariño casi maternal, como si a nadie le importara mucho compartirlo
En rigor lo conozco hace varios años, pero nunca habíamos cruzado palabras más allá de la cortesía de personas que trabajan en un mismo lugar, compañero de trabajo de JA y de Bolas Tristes, pero de otra sección. Como es alto ni siquiera teníamos alguna cercanía al saludarnos ya que para darme el acostumbrado beso en la mejilla, él debía inclinarse, lo que provoca una mayor lejanía del cuerpo.
El destino lo llevó a participar de reemplazo en unos encuentros bastante lateros para mí, en los cuales yo soy una especie de anfitriona.
Ese día llegué casi justo para comenzar, así es que sin mucha parsimonia entregué el material de trabajo a las 10 personas que componían el grupo y él llamó mi atención frontalmente pidiéndome apoyo por ser novato. Me acerqué tranquila sin doble intención pero esa lejanía de años se rompió de una. Jjajja yo lo atribuyo a algo más bien circunstancial, él se encontraba sentado y yo de pie, por lo que al acercarme pasó sus brazos tranquilamente por mi cintura abrazándome sin pudor. Sin embargo la cercanía se justificaba plenamente ya que debíamos hablar en voz muy baja, por lo que estábamos obligados a acercarnos para escucharnos.
Después de preguntarme algo técnico que le respondí brevemente y muy bajo, me pidiò que me acercara nuevamente pero esta vez para decirme.
-Incluso hablando bajito tienes una voz deliciosa-
Le di las gracias y despertó la perra,
-Podría hablarte al oído si prefieres- le dije, haciendo coquetamente el acto al que me refería.
Ese primer contacto directo me sorprendió gratamente, pero más me sorprendió que continuara sus avances sin dar tregua durante toda la jornada.
Yo andaba con jeans y un top ligero y cuando me sentaba a su lado su mano se posaba y hasta acariciaba mi pierna, pero con una actitud de la pareja de años, tanto que me costaba trabajo aquilatar la trasgresión de la cual estaba siendo objeto.
-¿Tenís WhatsApp? me preguntó de una, sí, le dije y le escribí mi número en una de las hojas de trabajo, él escribió su número y lo guardé en mi cel.
Me alegré de haber instalado WhatsApp solo unos días atrás, pero no pudimos empezar a mensajearnos de inmediato por las miradas reprobatorias del resto del grupo ya que en el intento de callar los pip de mi celu había sonado escandalosamente, lo que nos dejó en evidencia.
La verdad es que preferí esperar a que él me contactara de nuevo para saber como venía la mano, no me preocupaba mucho ya que al otro día tendríamos otra de las sesiones de trabajo así que estaríamos juntos nuevamente, pero no había terminado el día cuando recibí un mensaje. El tono era suave pero atrevido, muchos chistecitos y me dijo que estaba en su otra pega.
Este chiquillo tiene dos oficios bien especiales, me referiré al segundo al que no tiene que ver con mi pega.
El estudió repostería en Francia y tiene una pastelería, por lo que cuando me contó su particular oficio la conversación versó acerca de comidas y degustaciones, todo con un franco doble sentido.
Al otro día me puse un vestido ligero de seda corto que dibujaba mi figura, pero cuando llegué a la reunión estaba muy atravesada porque mi computador falló y me di cuenta que el chico que fue a arreglarlo además de hacer su trabajo, se había dado un festín con algunas de las fotos que ustedes conocen. Me sentí violentada por el acto y aunque sabía que la rabia que sentía era una natural reacción pasajera sin mayor repercusión, no me hacía estar el mi 100% para disfrutar la seducción.
Apenas entré en el salón me di cuenta que la persona a quien Mc Muffin había reemplazado se encontraba allí por lo que supe inmediatamente que él no sería parte de ese grupo, TODO MAAAL .
No había pasado mucho cuando empecé a recibir nuevamente sus mensaje me decía que estaba pero en otro piso. No me cupo duda que estaba allí por mí, a esa hora, lo cual me hizo sentir muy complacida. Mensajes iban, mensajes venían, en un minuto decidí salir de la sala ya que debía hacer un llamado telefónico de trabajo. Salí con mi celular en la mano pensando en el próximo mensaje cuando al traspasar la puerta me lo encontré de rompe y rasga, nos saludamos con la torpeza de antaño y me escabullí rápidamente, era muy raro, era como si fuéramos otras personas, no supe ni dónde quedó, pero yo continué mi camino hasta la oficina dónde debía hacer la llamada. Estaba en la oficina sola intentando recuperarme de la impresión y escribiéndole un nuevo mensaje cuando se asomó en la puerta .De nuevo pasó lo mismo, me sentí pillada, me preguntó qué hacía allí y le dije que debía llamar, preguntó un par de cosas sin importancia de la sesión y se fue. De nuevo me sentí TOOOOOOOONTAAAAAAA, TOOORPE, qué onda??? si estaba ofreciéndose de menú para que me lo comiera por WathsApp y al tenerlo allí en cuerpo presente las cosas no funcionaban, me daba la sensación que todo lo de los mensajes se podía borrar de un plumazo.
Es claro que ese no era lugar muy seguro para pegarnos un primer atraque, pero un besito guacho no le hace mal a nadie, sobre todo al comenzar.
Los mensajes continuaban y me invitaba a subir al piso en el que se encontraba, no puedo negar que me tentaba, pero la prudencia me decía que no lo hiciera, era un día en el cual yo no andaba muy bien y para jugar con peligro uno debe andar muy enchufada.
Ese día tenía una junta con amigas que duraría hasta tarde así es que no quise darle esperanzas cuando me preguntó a qué hora me desocuparía.
Al otro día el silencio fue contundente, pero me gustó, no tenía ganas de otro Pato ahogándome más de la cuenta.
Pero sin duda el día siguiente sería vital, ya que volveríamos a vernos en el ambiente acostumbrado.
En la tarde recibí su primer mensaje pidiéndome un favor, yo vi el mensaje una hora y media más tarde y ese favor que hubiera sido facilísimo de realizar 20 minutos antes, se me hacía bastante difícil a esa hora. Igual me las ingenié para complacerlo, era un buen pretexto para acercarnos en la tarde.
La verdad es que nuestro encuentro no fue de lo mejor, solo pude entregarle el sobre y decirle -que estaba muy endeudado conmigo a lo cual me respondió -cóbrame no más… y agrégale intereses.
Al terminar la jornada, me quedé un rato más por si aparecía, miré en la calle y nada de nada así es que me dispuse a retirarme, en ese momento una compañera me pidió que la acercara a su destino ya que quedaba en mi camino.
No les he contado que yo sabía más de Mc. Muffin porque la jovencita en la que alguna vez JA había puesto sus ojos me confidenció que le gustaba mucho y que la joteaba, pero que tenía polola y que eso para ella era un tremendo obstáculo.
La verdad es que sabiendo eso no era posible imaginar que un viernes en la noche podríamos atinar con algo, pero no puedo negar mi decepción al no tener noticias suyas.
Enfilé por la calle y decidí llevar a mi amiga a su destino, no tenía forma de llegar que no fuera caminando y a mí me quedaba muy cerca.
Apenas ella se bajó del auto, wathsApp de Mc. Muffins, me volvió el alma al cuerpo y el calor a la conchita.
-¿En que estás?
-Cerca del trabajo- respondí por si él estaba por ahí aún.-¿ Y tú?
- Cerrando la pastelería.
Yo sabía que estaba muy cerca, así es que le pregunté donde quedaba.
Envió la dirección y me dijo que tenía que salir a dejar a su polola al terminal de buses y que regresaría a las 23:30 hrs. La verdad es que ese viernes estaba hecha polvo y como saben, no me gusta llegar y tirar a la primera, mucho menos a esa hora.
Le iba a contestar que no podía ir tan tarde cuando llegó algo caído del cielo.
-Pero si quieres pasar a verme , me voy en 30 minutos.
Eso era perfecto, llamé a mi perro para contarle y enfilé a su pastelería. Yo creo que no esperaba que le dijera de una que iba, pero antes de darse cuenta, yo ya estaba allí.
Dejó la puerta abierta y me pidió que entrara.
Eso fue maravilloso, era como estar en un cuento, entre el Cascanueces y Hansel y Gretel, un mostrador repleto de muffins de arándanos, pasteles con crema chantillí, kuchenes y tortas con chocolate, manjar, crema pastelera….pero nada de eso estaba en el menú de mi preferencia ese día.
Me paré frente a él, mirando pa´rriba por supuesto, y se acercó a besarme suavemente, sus manos agarraban firmes mis glúteos. Me sentía feliz, ahora sí las cosas no podían volver a cero, ya éramos cómplices, me bajó los jeans y el colaless y metió sus manos en mi zorra. Lo puse contra el mostrador y teniendo de fondo esas cosas que uno siempre quiere comer, le desabroché el cinturón y busqué mi premio. Apareció durísimo como piedra, era un rollo de chocolate que se deshacía en mi boca. Estábamos ambos de pie y yo no tenía ni que agacharme mucho para comerme esa exquisitez, un pico de buen tamaño, grueso y con una pequeña curvatura hacia abajo, de muy buen sabor, lo sentía en mi boca que salivaba profusamente, me gustaba tener un nuevo pico entre mis manos, lo miraba maravillada cuando lo sacaba de mi boca para darme un respiro, yo estaba con los jeans y el colaless en la mitad de los muslos, no sé qué tan sexy se vea eso pero me gustaba sentir la desnudez mientras reconocía esa bonita herramienta.
Me invitó a un lugar más cómodo, pero yo encontraba TOTAL comérmelo en ese escenario, rodeado de pasteles y tortas, era vivir una fantasía impensada, así es que nos quedamos allí.
En un momento se plantó detrás de mí y empezó a apuntalarme, dada mis experiencias previas preferí alzar la voz inmediatamente.
- Ni lo sueñes sin condón-
- Tienes razón me dijo- me gustó su obediencia inmediata y volví a mi tarea de chuparle el pico.
Mi mano subía y bajaba sintiendo una roca cada vez más dura, mientras mi lengua recorría la cabeza acaparando la salida de mi premio mayor, de vez en cuando escuchaba sus gemidos y sus ¡qué rico!, yo paciente disfrutaba las gotas que emergía cada vez más contundentes, hasta que sentí la tensión en todo su cuerpo y mi boca se llenó de su líquido que brotó delicioso. Degusté lentamente catando su sabor suave y dulce, muy dulce.
Me incorporé y él pasó su lengua en la comisura de mi boca, dónde se habían escapado unas gotas de su semen, ¡¡putas que me gusta eso!!
Parece que seremos buenos amigos, me dijo mientras yo me subía los pantalones, me ofreció algo más para comer, pero yo sólo pedí un vaso de agua, por esa vez me sentía muy satisfecha.
Se quejó divertidamente de que lo pillarían por mi perfume y yo me disculpé, adivina no soy, pero el olor que yo me llevé en la boca y en las manos era muchísimo más condenatorio.
Al salir se preocupó por los vecinos y yo le ofrecí salir separados, insistió en que volviera en una hora más pero le dije que iría a ver a mi mino.
Nos despedimos en la calle con un lejano beso en la mejilla y quedó de llamarme.
La verdad es que no puedo dejar de pensar que el comienzo es casi calcado al comienzo con el Pato, aunque hay una diferencia importante, con el Pato nunca nos entendimos bien en forma escrita, sus mensajes siempre me dejaban descolocada y con Mc Muffin nos entendimos de maravillas en WhatsApp. Espero que vayamos entendiéndonos mejor cuando estemos juntos y sobretodo que nos entendamos de maravillas en la cama o sobre crema pastelera.
La mayoría es feliz comiendo pasteles, yo me como al pastelero.
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